Forensic Anthropology Vol. 5, No. 3: S228–S238

DOI: 10.5744/fa.2019.0036b

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

Análisis e identificación de daños por intervención de cánidos (Canis lupus familiaris) en tejidos textiles como evidencia cultural asociada en casos forenses

Gabriela Molinaa* ● Stefano De Lucab ● Fabiana Scarsoc

RESUMEN: La intervención carroñera en restos humanos por parte de perros (Canis lupus familiaris) puede dificultar el proceso de identificación y el análisis de traumas perimortem. Se han publicado numerosos estudios científicos acerca de los daños provocados por perros en restos óseos, como consecuencia de consumo postmortem o de ataques letales. Sin embargo, escasean aquellos relativos al análisis de vestimentas asociadas a los restos humanos.

El objetivo de esta investigación fue identificar patrones de daños causados por perros domésticos en tejidos textiles de uso común. Para ello, se utilizaron 45 sacos, de 20 × 30 cm cada uno, elaborados manualmente con tres tipos distintos de tejidos textiles (15 por textil): bistrech, mezclilla y poliéster, con una densidad de 40,84; 57,95 y 31,46 hilos por cm², respectivamente. La muestra canina consistió en 15 ejemplares de diferente tamaño, edad y sexo, procedentes de la “Fundación Chile Mestizo” de Santiago (Chile). Se analizó, mediante análisis de la varianza, la relación entre tipo de textil y presencia de daños y, posteriormente, se calculó la frecuencia de daños observados por tipo de textil. Para ello se utilizó el programa estadístico Minitab 19.

Según los resultados obtenidos, se identificaron cuatro tipos de patrón: punción y masticación, presentes en el 62% y 75% de los casos, respectivamente; perforación y el daño de hole and tear, con una frecuencia del 91% de los casos analizados. Con respecto a la relación entre tipo de textil y daños observados, se observó que la densidad y el peso del tejido están directamente asociados con el tipo de daño presente.

PALABRAS CLAVES: arqueología forense, carroñeo, perros, tejidos textiles, daños, densidad

Introducción

En la Unidad de Derechos Humanos (UDDHH a continuación) del Servicio Médico Legal (SML a continuación) de Santiago, se analizan todas aquellas evidencias vinculadas a casos judiciales procedentes de la Región Metropolitana de Santiago y de otras regiones del territorio nacional (una media de 68 casos al año, desde el 2007 al 2019)(Garrido e Intriago 2012), que incluyen vestimentas y restos óseos en distintos estados de conservación: esqueletos completos, fragmentados, quemados, saponificados o putrefactos.

En la mayoría de los casos, los restos cadavéricos se encuentran asociados a prendas de vestir y accesorios personales, a los que se les realiza una pericia arqueológica para su reconstrucción e identificación. Estos restos muestran daños de interés médico legal tales como lesiones por armas de fuego o armas blancas, signos de combustión y de actividad carroñera que dificultan la identificación de los traumas perimortem (Colard et al. 2015). Para la descripción de las marcas de consumo animal, se utilizan, como respaldo teórico, los estudios existentes en la literatura científica acerca de la intervención de animales en cadáver y restos humanos (Coard 2007; Erkol y Hösükler 2018; Haglund et al. 1988; Haglund et al. 1989).

De ellos, los perros (Canis lupus familiaris) son mayormente involucrados en casos de carroñeo ocasional y consumo de restos en descomposición, especialmente en los sectores de acopio de basura de las ciudades o a lo largo de las riberas de los ríos donde, perros solos, o en jauría, se alimentan de restos de cadáveres de individuos en situación de calle, víctimas de homicidios, de suicidios o de restos procedentes de inhumaciones ilegales (Haglund et al. 1989). En el caso de espacios cerrados, las mismas mascotas pueden alimentarse de los restos de su dueño fallecido, ya sea en circunstancias de muerte violenta o natural (Colard et al. 2015). Las diferencias más evidentes, en ambos casos, consisten en la localización de las lesiones en el cadáver: en el caso de ataque y consumo en espacios cerrados, la presencia de vestimentas, y el vínculo de la mascota con su dueño (Rossi et al. 1994; Rothschild y Schneider 1997), hacen que la mayoría de las lesiones se concentre en cara, cuello y, a veces, en manos; por otro lado, en espacios abiertos, son más comunes las lesiones en extremidades superiores, inferiores y en el torso. En ambos casos, las marcas dejadas en huesos, tejidos blandos y piel muestran características similares (Colard et al. 2015).

En ocasiones, los restos textiles se encuentran aislados, dañados y sin ninguna asociación con restos biológicos.

El análisis arqueológico pericial de las prendas de vestir es de gran importancia porque, en primer lugar, puede brindar información valiosa y orientar acerca de las características físicas del individuo, ya sea talla, estatura, edad y probable género también; además, permite registrar e identificar la presencia de daños de interés médico legal provocados por terceros (Haglund 1997). De esta manera, las pericias arqueológicas complementan el análisis antropológico de los restos biológicos.

En la actualidad, no existen estudios acerca de los daños provocados por perros en prendas de vestir asociadas a restos cadavéricos, excepto un trabajo sobre la intervención de otros carnívoros, tigres en este caso (Leonov 2011). Por esta razón, en las pericias arqueológicas de la UDDHH, se procede a partir de la hipótesis de una relación de similitud morfológica y física entre el conjunto de marcas provocadas por las mordeduras de perros en la piel y las que se observan en los textiles que componen las prendas. En efecto, la piel, por su naturaleza elástica (Cua et al. 1990), podría comportarse de manera similar a los textiles utilizados en la confección de prendas comunes, como el elastano, el nylon o algodón, dando lugar a patrones típicos ya documentados en el hueso: punciones, cuando la fuerza aplicada por los dientes no es suficiente para perforar el tejido cortical del hueso; perforaciones, cuando la mordida logra colapsar la superficie del tejido cortical llegando al tejido esponjoso; canales longitudinales; y, por último, los signos de arrastre o surcos, que dejan líneas paralelas sobre el tejido cortical del hueso.

En cuanto al tejido blando, es común observar, particularmente en la piel, un tipo de daño denominado hole and tear (perforación y desgarro), correspondiente a un desgarro con presencia de lengüeta de arrastre, resultado de la acción de mordida y jale del perro (Colard et al. 2015; Haglund et al. 1988; Haglund et al. 1989) De hecho, cuando un perro muerde tejidos elásticos y resistentes como la piel, los músculos o un textil, sacude con fuerza su cabeza provocando la torsión violenta de los mismos y generando quiebre de las fibras que los componen (Fonseca et al. 2015). Sin embargo, en el caso de los textiles, los daños provocados pueden variar de acuerdo a sus propiedades mecánicas de tensión, torsión, fricción y flexión. A su vez, estas propiedades cambian según la naturaleza (vegetal o sintética) del tejido, la composición molecular de sus fibras (Halsey et al. 1945; Tan 1997) y la humedad del ambiente al que está expuesto el textil. Por ejemplo, expuestos a niveles elevados de humedad, textiles con fibras de origen vegetal, aumentan su resistencia. Por el contrario, textiles sintéticos disminuyen su resistencia en ambientes húmedos (Meredith 1946). Finalmente, ciertos tratamientos químicos de las fibras naturales, o la fabricación de prendas con tejidos mixtos, naturales y sintéticos, pueden mejorar las propiedades mecánicas de las vestimentas (Ali 2001).

La resistencia a la tensión es una de las propiedades más importantes de un tejido textil: consiste en la máxima cantidad de fuerza que un textil puede resistir antes de su quiebre. Este último se debe siempre a la aplicación de una fuerza prolongada e inestable que varía en intensidad según la localización de la fuerza, y en base a variables como la geometría del entramado del textil, su diseño, la densidad de trama y urdimbre y la presencia de irregularidades en las fibras (Mobarak Hossain 2016).

En la mordida de un perro se desarrolla una fuerza mecánica cuya intensidad depende del tamaño del ejemplar y de la interacción de las fuerzas ejercidas por los músculos masticadores (masetero, temporal, pterigoideo, digástrico), los huesos del maxilar y de la mandíbula, la articulación temporomandibular (ATM), el cráneo y los dientes, de dimensiones y morfología variables. Según varios estudios (Dessem 1989; Miller 1993), las fuerzas verticales de mordida de un perro, durante un ataque, pueden sobrepasar las 450 libras por pulgar cuadrado (31*104 N/m2).

En cuanto al perro doméstico, se trata de un animal carnívoro con opciones omnívoras que, dependiendo de las circunstancias (Koscinczuk 2017), puede consumir incluso restos humanos, siempre que se trate de carne relativamente fresca, sin marcas de acción de insectos ni signos de descomposición (Sincerbox y DiGangi 2018). Debido a su dieta, posee músculos masticadores muy desarrollados, especialmente masetero y temporal, que ejercen una gran fuerza en el proceso de mordida. De acuerdo a estudios realizados en dos colecciones osteológicas de cráneos de perros (Ellis et al. 2009), se ha observado que los perros braquiocefálicos muestran una mordida de menor intensidad que la de los perros de gran tamaño con cara corta. Sin embargo, la fuerza de mordida medida en cráneos esqueletizados no reproduce exactamente la mordida real. Además, medir la fuerza de mordida en perros vivos es más difícil debido a los problemas generados a la hora de controlar el animal vivo (Kim et al. 2018). La dentición permanente de un perro adulto consiste en 42 piezas dentales de acuerdo a la siguiente formula dental: 2 (I 3/3 C 1/1 PM 4/4 M2/3) = 42 dientes (Figura 1) (Haglund et al. 1989; Hillson 2005)

FIG. 1—Ilustración de la anatomía dental del perro (Canis lupus familiaris). Modificado de: Bell AF. Dental Disease in the Dog. Journal of Small Animal Practice. 1965; 6(6):421–428.

El objetivo principal de este trabajo fue identificar patrones de daños, provocados por la intervención de perros callejeros en textiles de uso habitual y con distintas características físicas: textil sintético genérico, textil poliéster (PET a continuación) y mezclilla o jeans (algodón y mínimo porcentaje de elastano). Se trabajó desde la siguiente hipótesis nula (H0): no existen patrones en los textiles similares a los observados en el hueso y en la piel humana.

Materiales y Métodos

En primer lugar, se realizaron dos ensayos previos en el canil municipal de la ciudad de La Serena, región de Coquimbo, Chile.

Para el primero se utilizaron dos muestras, una de ellas consistente en un hueso largo de macho cabrío, con mínima presencia de tejido blando ya seco, y la otra consistió en patas de cerdo frescas. Los restos se envolvieron, sin ajustar, en textil mezclilla de color claro, un material común y resistente, mientras que el otro, en un tejido textil de tipo mixto, de algodón y PET, de color negro, muy común en la confección de camisetas de vestir. Los perros seleccionados para el experimento fueron un macho adulto anciano y dos cachorros machos hermanos.

Para el segundo ensayo se utilizaron mezclilla y textil mixto de algodón y PET, de color celeste. El color claro se eligió para facilitar la observación de las marcas de intervención. Otra variable que cambió fue el tipo de hueso: se utilizaron restos de huesos de vacuno con presencia de tejido ligamentoso. Los perros de esta segunda fase fueron dos hembras adultas, la primera llamada “Kuki”, en tratamiento médico por una fractura en una de sus extremidades y, la segunda, “La sarnosa”, afectada por sarna sarcóptica o canina. El primer día, “Kuki” recibió los huesos envueltos en mezclilla, y “La sarnosa” aquellos envueltos en el textil mixto, ambos en sacos sin ajustar. Dos días después, en una segunda instancia, a “Kuki” le fueron entregados los huesos envueltos en textil mixto y, a “La sarnosa”, aquellos envueltos en mezclilla. El objetivo de este segundo ensayo fue la comparación entre las marcas del mismo animal para dos tipos distintos de textil para, de esta forma, compararlas finalmente entre ellas e investigar la reacción de las fibras textiles.

Después de los ensayos, se realizó un experimento final de tres días en la Fundación “Chile Mestizo”, ubicada en la Comuna de La Pintana, Región Metropolitana de Santiago. La muestra estaba formada por 45 huesos frescos de extremidades delanteras de cerdo (Sus scrofa), con presencia de tejido blando ligamentoso. Se eligió esta muestra por la similitud del hueso de suinos o suiformes con los huesos humanos (Aerssens et al. 1998). En relación al textil, se elaboraron manualmente 45 sacos, confeccionados con tres diferentes tipos de tejido textil, para contener cada uno de ellos una muestra de hueso: 15 sacos de PET, con tejido de punto jersey; 15 sacos de mezclilla, con punto plano gabardina; 15 sacos de textil sintético bistrech, de punto plano y simple. Se utilizaron también 15 cintas de diferentes colores y formas, por cada saco, como signos distintivos para cada saco de los tres tipos de textiles. Los tejidos textiles seleccionados son de uso común y, además, son textiles que componen la mayoría de prendas que recibe la UDDHH para la pericia de casos forenses.

Previo al experimento, los tejidos textiles fueron analizados, para determinar densidad y gramaje, en el Laboratorio de Investigación y Control de calidad en Cueros y Textiles (LICTEX) de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago (USACH), y bajo los estándares de control de British Standard BS EN 12127:1998, Textiles (Beever 2014). Todas las muestras fueron fotografiadas previamente con una cámara marca Nikon D3000, con los respectivos rótulos y testigo métrico.

Con respecto a los perros, se usaron 15 ejemplares adultos y sanos que convivían en un mismo sector en el interior del canil (Tabla 1); además, se incluyeron perros con distintos niveles de discapacidad. Esta muestra se seleccionó por representar perros callejeros, muy abundantes en la población canina chilena, e involucrados con más frecuencia en los casos de consumo de restos humanos en el contexto nacional. Durante todo el proceso experimental, los perros intervinieron las muestras durante un tiempo máximo de 30 minutos.

Para el registro de datos, se usaron dos fichas distintas, la primera en donde se describieron las características del perro (edad, sexo y rasgos físicos); y la segunda, en donde se registró el tipo y color de cinta de cada saco.

Una vez retirados los textiles dañados, y tras extraer el hueso entero o fragmentado, se fotografiaron nuevamente las muestras textiles con rótulo y testigo métrico. Luego, fueron guardadas en bolsas plásticas herméticas, tipo ziploc, previamente perforadas para impedir la formación de humedad. Las bolsas plásticas fueron marcadas y rotuladas de acuerdo a las características del textil, del perro que generó los daños, y de la fecha del experimento.

TABLA 1—Distribución de la muestra de perros de acuerdo a sexo, edad y tamaño.

   

Nombre

 

Edad

 

Sexo

 

Tamaño

1

 

Leal

 

A

 

M

 

G

2

 

Bossa

 

A

 

F

 

G

3

 

Telma

 

A

 

F

 

G

4

 

Floqui

 

A

 

M

 

M

5

 

Pepo

 

A

 

M

 

M

6

 

Jabalí

 

A

 

F

 

M

7

 

Wallaby

 

A

 

M

 

G

8

 

Ema

 

G

 

F

 

G

9

 

Rolf

 

A

 

M

 

G

10

 

Flo

 

A

 

F

 

P

11

 

Ivy

 

A

 

F

 

P

12

 

Elmo

 

A

 

M

 

P

13

 

Lola

 

A

 

F

 

G

14

 

Blanca

 

A

 

F

 

M

15

 

Suki

 

A

 

M

 

M

16

 

Rayita

 

A

 

F

 

G

Sexo: M= masculino; F = femenino.

Edad: A = adulto; G = geriátrico.

Tamaño: P = pequeño; M = mediano; G = grande.

Finalizado el proceso experimental en terreno, se trasladaron los textiles a las dependencias de la UDDHH del SML de Santiago. En primer lugar, debido a la adhesión de saliva y restos orgánicos, las muestras se sometieron a un proceso de secado natural, a una temperatura de 21 grados aproximadamente, durante una semana, en el interior de uno de los laboratorios de la Unidad, con ventilación artificial por campana de extracción. A continuación, se fotografiaron nuevamente todas las muestras textiles con una cámara marca Nikon D300S para registrar, a nivel macroscópico, los daños presentes. Finalmente, mediante análisis microscópico con una lupa estéreomicroscópica marca Leica Mz16a, se observaron y fotografiaron todos los daños de las 45 muestras textiles, a distintos niveles de aumento (7,1x a 200x de aumento con cámara digital incorporada): 1) trama y urdimbre; 2) fibra; y 3) extremos de fibras.

Para el análisis estadístico, se determinó la influencia del tipo de textil en la presencia de daños, mediante el análisis de la varianza con el programa Minitab 19. Posteriormente, se calculó la frecuencia de daños observados por tipo de textil.

La primera autora (GMD) realizó la observación y análisis de los daños. En cuanto al nivel de experiencia de los investigadores, la médica veterinaria (FSG) posee una vasta experiencia en su campo, por lo que colaboró en la observación y control de la conducta y comportamiento de los perros, y en la elaboración de las fichas de registro de los ejemplares de la muestra. El arqueólogo forense (SDL) y la antropóloga forense (GMD) no contaban con experiencia previa en el análisis de daños provocados por cánidos.

Sin embargo, el arqueólogo forense es especialista en el análisis de daños balísticos y de armas blancas para la realización de pericias de prendas de vestir en casos forenses, por lo que orientó metodológicamente todo el proceso de observación y análisis.

Resultados

En el primer ensayo se evidenció la situación de dominio del “macho alfa” del grupo, un perro más joven y fuerte que recogió violentamente la muestra para finalmente no realizar ninguna intervención en ella, excepto custodiarla. Al no observar reacciones, se entregó la muestra de mezclilla a un perro anciano, medianamente robusto, que mordió el textil, y dejó marcas de diversos tipos. La segunda muestra de textil mixto de algodón y PET fue entregada a tres cachorros mestizos: dos de ellos dejaron muchas marcas de mordeduras y rasgados, observando en este caso el uso específico de los caninos superiores e inferiores y de las muelas carniceras.

En las muestras de mezclilla se observaron daños como lengüetas de arrastre, atribuible al mecanismo propio del hole and tear, y variadas punciones alrededor del daño principal. En cuanto al tejido de PET, el reconocimiento visual de daños resultó más complicado por el color oscuro de la muestra (Figuras 2 y 3).

En el segundo ensayo, los daños observados consistieron en patrones de hole and tear con lengüeta de arrastre y en perforaciones (Figura 4). En la mezclilla, además, se observó gran cantidad de punciones.

En esta fase experimental se observó que: 1) un mismo perro puede dejar huellas o signos variables dependiendo de las características del tejido textil utilizado; 2) varias parejas de perforaciones son probablemente atribuibles a la acción simultánea de los dientes caninos superiores e inferiores; 3) un mismo perro podría provocar, en el mismo tejido, parejas de perforaciones de diferente tamaño y forma y huellas de mordisqueo por la acción de las muelas carniceras.

Durante el desarrollo del experimento final, los perros mostraron un temperamento calmado pero, su comportamiento con respecto a la muestra, fue diferente cada día. Desde el primer momento, se evidenció el carácter dominante de dos perras grandes y jóvenes que, tras marcar su respectiva muestra, intimidaban a otros perros para quitarles las muestras. De igual forma, hubo otros ejemplares que, luego del primer día de experimentación, no mostraron interés en la muestra, alterando la secuencia original de sucesión de perros y muestras.

En cuanto a los datos de densidad y el gramaje de los tejidos textiles, el bistrech, cuyas fibras están compuestas de filamentos ordenados y exactamente iguales, con punto de tejido plano y simple, mostró una densidad de 40,84 hilos por cm (Ali 2001). En el caso de la mezclilla, se estimó un promedio de densidad de 57,95 hilos por cm.2 y para el PET, se obtuvo una densidad de 31,46 hilos por cm2.

FIG. 2—Muestra de mezclilla con daño de hole and tear (registro propio).

FIG. 3—Muestra de poliéster con daño de hole and tear (registro propio).

FIG. 4—Muestra de composición mixta con daño de hole and tear y lengüeta de arrastre (perra Kuki) (registro propio).

En las muestras de bistrech se observaron claramente perforaciones, punciones, signos de mordisqueo y hole and tear. No hubo mayor daño estructural salvo por la presencia de deshilachado (Figura 5).

En el caso de la mezclilla, en todas las muestras se observó una mayor destrucción de la superficie, con alteraciones evidentes de forma, color y estructura del tejido. De hecho, los perros, por lo general, requirieron una mayor energía para acceder al trozo de carne en el interior del saquito, hecho evidenciado por un daño de mayor contundencia y mejor definido en toda la superficie, y en las fibras del entramado. Según la morfología del daño observado, aquellos de hole and tear típico, es decir, de apariencia redondeada, de diferente tamaño y acompañados siempre de marcas de punción y perforación junto a deshilachado marcado de las fibras en el borde del daño, fueron 6 (Figura 6). Los 9 casos restantes presentaron un hole and tear atípico (Figura 7), con apariencia irregular, y presencia de rasgaduras lineales, ubicadas en bordes superiores e inferiores a lo largo del entramado del tejido.

FIG. 5—Muestra estirada (bistrech) con agujeros, rasgaduras y deshilachado (registro propio)

FIG. 6—Muestra de textil mezclilla con daño típico de hole and tear con lengüeta de arrastre (registro propio).

FIG. 7—Muestra de textil mezclilla con daño atípico de hole and tear, en donde se observa una forma más longitudinal o rectangular del daño (registro propio).

FIG. 8—Muestra de textil PET con daño de hole and tear y perforaciones por mordisqueo alrededor (registro propio).

En el caso del PET, se observó exclusivamente presencia de daño de hole and tear en 11 muestras. A su alrededor se observaron múltiples perforaciones y huellas de mordisqueo (Figura 8). De acuerdo a los resultados de frecuencia de daños, las punciones y masticación son los daños menos frecuentes en las muestras, en un 62% y 75% respectivamente del total de los casos, mientras que perforación y el daño de hole and tear se observaron en el 91% de los casos analizados.

En cuanto a la frecuencia de daños por tejido textil, las perforaciones y el daño de hole and tear son aquellos más frecuentes en el total de las muestras analizadas (Tabla 2).

Con respecto a la relación entre tipo de textil y daños, se observó, mediante análisis de la varianza ANOVA, que el factor tipo de textil tipo no es influyente en la variedad de daños descritos debido a que, en el total de las muestras analizadas, se pudieron observar los mismos daños, salvo en el caso del PET, en el que no se observaron punciones (Tabla 3).

TABLA 2—Distribución de los daños de acuerdo al tipo de textil.

Tipo de Daño

 

Tipo de Textil

   

Bistrech (%)

 

Mezclilla (%)

 

Pet (%)

Perforaciones

 

100

 

80

 

93

Punciones

 

93

 

93

 

0

Hole and Tear

 

80

 

100

 

93

Signos de Masticación

 

86

 

46

 

93

TABLA 3—Análisis ANOVA.

ANOVA de un factor: Daño provocado versus Tipo tela

Fuente

 

GL

 

SC

 

SM

 

F

 

P

Tipo tela

 

2

 

2,98

 

1,49

 

0,47

 

0,627

Error

 

42

 

132,27

 

3,15

       

Total

 

44

 

135,24

           

Varianza = 1,775 R-cuadrado = 2,20% R-cuadrado ajustado = 0,00%

GL: Grado de libertad; SC: Suma de los Cuadrados; SM: Suma de las Medias; F: Valor de Fisher; P: Valor P.

Nivel

 

N.

 

Signif.

 

Desv.Est.A.

 

-----+---------+---------+---------+----

1

 

15

 

8,867

 

1,959

 

(------------*------------)

2

 

15

 

8,267

 

1,668

 

(------------*------------)

3

 

15

 

8,400

 

1,682

 

(------------*------------)

-----+---------+---------+---------+----

   7,70   8,40   9,10   9,80

Desv.Est.A. (Desviación Estándar Agrupada) = 1,775

95% de intervalos individuales de confianza para la significancia basada en Desviación Estándar Agrupada.

A nivel de estructuras de fibras, no se observó un patrón claro. Si bien se analizaron microscópicamente todos los daños observados, no se obtuvieron resultados concluyentes. Se observó exclusivamente una variedad de rasgos que no fue posible asociar a acciones específicas de consumo: fibras cortadas de forma recta, algunos extremos aplastados y cortados, fibras con puntas aplanadas, fibras con puntas aplanadas y partidas con apariencia de corazón, puntas de fibras con cortes neto, fibras arrugadas y dobladas, y fibras puntiagudas.

Discusión

En el presente estudio se analizaron los daños provocados por la intervención de perros en tejidos textiles, argumento aún sin investigar en la literatura forense. Para este propósito, cabe destacar que se consideró de gran importancia poder definir en primer lugar, los parámetros de la investigación, es decir, las características del diseño metodológico y las variables a examinar. Por este motivo, se contó con la orientación constante de un equipo multidisciplinario de profesionales de la arqueología, de la antropología y de la medicina veterinaria, quienes colaboraron durante todo el desarrollo del estudio.

Las mayores complicaciones surgieron durante la etapa de desarrollo del diseño metodológico ya que se carecía de un escenario adecuado para realizar los experimentos, se desconocían las modalidades de preparación de una muestra que no afectara el bienestar de los perros, se tenía una visión aproximada de la conducta del perro y, finalmente, había que generar desde cero el proceso de registro de datos de acuerdo a la muestra canina seleccionada. Por esta razón, los ensayos previos fueron fundamentales para comprobar las directrices de la metodología diseñada.

En cuanto a la conducta del perro doméstico (Canis lupus familiaris), existen semejanzas y diferencias con la del lobo (Canis lupus), determinadas por su genética compartida y por el proceso de selección natural y artificial a la que ha sido sometido. Por ejemplo, el comportamiento agresivo, para establecer relaciones de dominio, es una característica que comporten aún lobos y perros (Beaver 1999). De hecho, en la planificación del primer ensayo, no se consideró la posibilidad del carácter dominante de un “macho” o “hembra alfa” dentro de las relaciones de jerarquía en el interior de jaulas compartidas con más perros (Beever 2014), situación que generó conflictos al momento de dejar la primera muestra en una jaula de cuatro perros. El segundo ensayo se llevó a cabo un mes más tarde con dos ejemplares de hembras adultas, ambas en sus respectivas jaulas individuales. Al igual que en el ensayo anterior, la intervención de la muestra fue muy rápida y, al tratarse de ejemplares aislados, se observaron los mecanismos mediante los cuales un perro suele intervenir la muestra: primero, comienza a lamer y luego muerde con los dientes posteriores (premolares y muelas carniceras) para ablandar el tejido textil y, a continuación, interviene con los dientes anteriores (incisivos y caninos) el tejido para, finalmente, sacudir y jalar con fuerza para acceder al trozo de carne en su interior. Estos resultados son coincidentes con los observados en casos reales de ataques letales y de consumo de restos en proceso de descomposición (Erkol y Hösükler 2018; Feola et al. 2014).

En el experimento final, en la Fundación “Chile Mestizo”, la conducta de los perros fue distinta según el ejemplar y el día: por lo general, actuaron en manera similar en cuanto a la eficacia de la intervención de los sacos de textil y los patrones; sin embargo, debido a la extensión del espacio y a la presencia de vegetación, algunos perros, al seguir su instinto de depredador y sus habilidades como cazador (Kherkove 2004), se apartaron para proteger la muestra y esconderla entre los matorrales del recinto, dificultando así la etapa de recuperación de los sacos de textil a causa del nivel de dispersión (Haglund et al. 1989): si bien se trataba de un espacio cerrado, el sitio era muy amplio y la presencia de manchas tupidas de vegetación facilitó el ocultamiento y custodia de la muestra por parte de los perros, para luego consumirla con tranquilidad (Haglund et al. 1989). Esta conducta es muy común en casos reales cuando perros, lobos u osos intervienen una carcasa de animal o restos humanos en descomposición para desarticular partes aisladas, llevarlas en repetidas ocasiones a su madriguera, o a diferentes lugares, para esconderlas y alimentarse (Pokines y Kerbis Peterhans 2007).

Otro aspecto que dificultó el desarrollo del experimento final fue la correcta asignación de una muestra específica a cada perro. A pesar de usar una cinta identificadora en cada saco de textil, algunos perros más dominantes, se hicieron con los sacos de otros perros, generando un desorden que alteró parcialmente las directrices del diseño metodológico. Además, se observó que, pese a un suministro constante de alimento y, a la ausencia de competencia entre perros por la comida, los ejemplares estudiados reaccionaron de inmediato en el momento en el que se les entregó la muestra y, además, al terminar de intervenir un textil y consumir el hueso en su interior, fueron de inmediato a exigir más muestras a los investigadores. Lo anterior confirmó el hecho de que, especialmente en situaciones de competencia entre ejemplares, o en perros callejeros que carecen o han carecido de contacto con otros perros o con humanos, puede producirse un proceso de desocialización que genera más agresividad en los animales y menor control del estrés. A este propósito, la mayoría de ejemplares de la Fundación eran perros mestizos con diferentes periodos de exposición a la vida callejera.

Con respecto a las muestras de tejidos textiles analizados, se seleccionaron tres tipos de uso común que, además, componen muchas de las prendas analizadas por los peritos arqueólogos en los casos judiciales del Servicio Médico Legal de Santiago. Cabe destacar que para este experimento se usaron muestras de tejido textil y no prendas de vestir, a diferencia de las situaciones reales de intervención por fauna carroñera, u ocasionalmente carroñera. Todos los textiles usados para confeccionar las muestras, exceptuando la mezclilla, se compraron en tiendas, y no presentaban ningún tipo de desgaste previo por ciclos de lavado, por ejemplo, por planchado o por uso (Dann 2011). De acuerdo a la literatura, el lavado doméstico modifica el aspecto morfológico de las fibras textiles y provoca su adelgazamiento progresivo y pérdida de densidad (Carr 2017). En el caso de las muestras de mezclilla, se fabricaron a partir de jeans reciclados: por lo tanto, se podía apreciar en ellas presencia de desgaste debido al uso cotidiano y a los normales procesos de lavado, secado o planchado de una prenda. Esto permitió un mayor acercamiento a la realidad de las pericias de laboratorios forenses, en las cuales la evidencia cultural que se recibe no corresponde a textiles sin uso alguno sino, en su mayoría, a prendas de vestir completas o fragmentadas, con sus respectivas características cualitativas y cuantitativas de fabricación (talla, presencia de etiquetas, decoraciones, costuras, broches y cremalleras) y, por lo tanto, con evidentes alteraciones de forma, estructura y color que pueden modificar el aspecto de las fibras.

En relación a las propiedades físicas y mecánicas de los tejidos textiles analizados, se comprobó que la relación entre el tipo de punto de tejido y la densidad es fundamental para generar las características del daño. La densidad, así como el grosor del textil, son las variables que determinan las diferencias en la evidencia de los daños. En efecto, los textiles más densos y resistentes muestran, por lo general, daños menores, pero más definidos, porque absorben más energía, como en el caso de la mezclilla, por ejemplo (Carr 2017; Laing y Carr 2005). Esto es consistente con los resultados de este estudio en el que se ha demostrado que la densidad es directamente proporcional al grado de deformación del textil y a la variedad de daños observables (Laing y Carr 2005). Por ejemplo, las muestras de PET, cuya densidad es inferior a la de los demás textiles seleccionados, presentó una menor diversidad de daños y supuso más dificultad a la hora de identificar un patrón específico. La menor densidad significa una resistencia menor del tejido textil a la acción de los perros y una mayor cantidad de daños, pero con menor diversidad y, por ende, menos posibilidades de identificar patrones. En el caso de daños por armas blancas, por ejemplo, se ha demostrado que ellos son más largos y definidos en el caso de prendas nuevas y sin lavar, ya que todavía conservan la elasticidad original (Cowper et al. 2015).

En este estudio se realizó un análisis de vestimentas en base a tres niveles de observación (Taupin y Cwiklik 2011): macroscópico (aspectos generales cuantitativos y cualitativos del tejido textil), nivel de trama y urdimbre y, finalmente, a nivel microscópico de la morfología de los extremos de las fibras.

De acuerdo a los resultados de la presente investigación, se pudo rechazar la hipótesis nula (H0): a nivel macroscópico, se observó la presencia de patrones claros de daños que se pueden comparar con los que normalmente se observan, a nivel macroscópico también, en piel y tejido óseo. A pesar de que los huesos usados para los sacos de las muestras fueron distintos en todas las ocasiones, los resultados de ambos ensayos previos fueron coincidentes con los del experimento final: las marcas de las muestras de textil coinciden con aquellas descritas en tejido óseo (punciones o perforaciones, signos de masticación o mordisqueos) mientras que aquellas comparables con lo descrito en tejido blando, especialmente piel, corresponden al daño específico de hole and tear (Byard 2016; Colard et al. 2015; Haglund 1997; Rossi et al. 1994; Schotsmans et al. 2016).

Las perforaciones y el daño de hole and tear son los que se observaron con más frecuencia, en un 91% de las muestras. Estos patrones son el resultado no solamente de la acción de los dientes del animal sino también de sus garras. En el caso del hole and tear, la lengüeta es producida por el mecanismo de sujeción de la muestra con las garras y de jale en dirección contraria con los dientes incisivos y caninos (Figura 9) (Haglund 1997).

Debido a las dimensiones del daño, a su morfología característica y a la deformación estructural del textil, el hole and tear es el daño más discriminante dentro de los casos observados y el que puede brindar la información orientativa más fiable respecto al agente que lo provocó. De hecho, se puede considerar como un carácter patognomónico: este patrón es útil a la hora de diferenciar la mordida de un perro tanto de la de otros animales, en la que no se genera la acción de sacudir y jalar ni la intervención de caninos prominentes, como también de una herida provocada por arma blanca (Prahlow 2001). En cambio, para ocasionar punciones o perforaciones, normalmente ubicadas en la proximidad de daños mayores, como el hole and tear, solo basta con que el perro sujete la muestra con las garras e hinque sus dientes en el textil, especialmente los caninos, mientras que para dejar signos de mordisqueo es preciso que el perro, además de sujetar la muestra con ambas garras, muerda lateralmente con las muelas carniceras (Figura 10) (Feola et al. 2014).

FIG. 9—Proceso de intervención de la muestra por parte del perro (hole and tear). Se observa sujeción de la muestra con una pata y jale con los dientes (registro propio).

En la piel, de acuerdo a la particular forma de la dentadura del perro (20 dientes en el maxilar y 22 dientes en la mandíbula), la morfología de dichas lesiones depende del ángulo de mordida: si lo hace en dirección lateral, las marcas de molares y premolares dejan líneas paralelas y, al final de estas, una incisión más profunda provocada por el canino; si el perro muerde frontalmente, se genera una impresión semicurva que reproduce el arco dental con la presencia, al final de ambos extremos, de dos punciones profundas y simétricas correspondientes a los caninos (Colard et al. 2015; Feola et al. 2014). Con respecto al daño de hole and tear, en la piel se suele observar una punción con agujero redondo generada por el canino del maxilar o de la mandíbula acompañada por abrasión del tejido y por rastros paralelos de abrasión linear, correspondientes a la acción de las garras y ubicados normalmente cerca del área de mordida.

En el hueso se han identificado, de acuerdo a los estudios de arqueozoología y tafonomía más recientes, cuatro categorías de marcas provocadas por perros que han sido incluidos dentro de la categoría más genérica de daños por masticación (Binford 1981; Lyman 1994; Pobiner 2007; Pokines y Kerbis Peterhans 2007): punciones, perforaciones, muescas o marcas y surcos. Los primeros dos son normalmente provocados por la presión directa de los dientes en dirección perpendicular al hueso: las punciones no suelen atravesar la cortical mientras que las perforaciones, provocadas por caninos y muelas carniceras, pueden penetrar el tejido cortical alcanzando el tejido esponjoso del hueso; los últimos dos, normalmente en forma de U o V, y ubicados en las epífisis de los huesos largos, se deben a la acción de arrastre de los dientes en el hueso. Además, Erkol y Hösükler (Erkol y Hösükler 2018) afirmaron que diferentes razas de perros tienen distintos tamaños de dientes, mandíbula, fuerza de mordida, diversos hábitos y patrones alimenticios que pueden afectar la morfología final de las marcas en el hueso.

FIG. 10—Imagen comparativa entre daño por intervención cánida en muestras textiles (izquierda) y tejido óseo (derecha, arriba) y piel (derecha, abajo). Las flechas blancas muestran las marcas de masticación. Modificado de: Haglund W. Dogs & Coyotes: Postmortem Involvement with Human Remains. In: Haglund WD, Sorg MH. eds. Forensic Taphonomy. The postmortem fate of human remains. 1st ed. Boca Ratón: CRC Press; 1997: 367-379; Haglund W, Reay D, Swindler D. Tooth Mark Artifacts & Survival of Bones in Animal Scavenged Human Skeletons. Journal of Forensic Science. 1988; 33(4):985-997.

En un estudio realizado por Young y colaboradores (Young et al. 2015), en una muestra de seis carcasas de ciervo, se detectó la presencia de punciones y surcos, pero no de perforaciones en huesos secos intervenidos por dos razas de perro doméstico (Canis lupus familiaris). La hipótesis es que, en ausencia de tejido blando, tendones y músculos, los perros domésticos, debido también a su buena alimentación, no estén interesados en la médula ósea y se limiten a morder y consumir exclusivamente el tejido cortical. En efecto, la intensidad de cada marca depende de la presencia de tejidos blandos y vestimentas alrededor del hueso: como los dientes que dejan marcas con más frecuencia se encuentran en la parte delantera de la arcada dental (incisivos y largos y afilados caninos) y, por lo tanto, lejos de la zona de mayor presión de los molares y de la ATM, es evidente que, si el hueso es recubierto aún por piel, tejidos musculares y ropa, las perforaciones y las punciones serán más contundentes en las capas superiores, es decir en las prendas de vestir y en los tejidos blandos. Desde luego, la densidad y las propiedades físicas y mecánicas de los textiles determinan el grado de intensidad de las marcas mencionadas.

A nivel microscópico, todas las fibras presentaron, en sus extremos, morfologías diferentes no correspondientes a ningún patrón específico de daños. Además, debido a la baja calidad y a la escasa nitidez de la imagen obtenida con máximo aumento (200x) en la lupa estéreomicroscópica, fue muy dificultoso discriminar patrones y asociarlos a morfologías específicas. Este hecho demuestra que, a diferencia de los daños provocados en las fibras por el impacto de un proyectil balístico (morfología en hongo), por ejemplo, o por un corte de arma blanca (morfología comprimida y delgada), en los cuales es posible observar a nivel microscópico patrones precisos de comportamiento en los extremos (Meredith 1946), en este tipo de daño no fue posible asociar la variabilidad del ataque o del consumo por parte del perro, un agente altamente dinámico y móvil, a un patrón de daño uniforme en las fibras. Cabe destacar que existen herramientas analíticas como el microscopio electrónico de barrido (en inglés SEM) (aumento hasta 50,000x) que pueden ser muy útiles para examinar daños en hilos y fibras. Sin embargo, es importante también recordar que, en ámbito forense, esta herramienta puede no ser tan adecuada ya que es una técnica destructiva que supone el corte y la destrucción de la muestra, no se encuentra disponible en todas las instituciones o contextos forenses, no es cuantitativa (depende de la subjetividad de la interpretación del observador) y, finalmente, no siempre asegura informaciones adicionales para la pericia.

Conclusiones

El presente estudio tiene la ventaja de ampliar la investigación de un área hasta el momento muy poco conocida, la del análisis textil en ámbito forense en general, y del análisis de los daños por perros en prendas de vestir en particular. Cuarenta y cinco muestras de tres tipos distintos de tejido textil, bistrech, PET y mezclilla (algodón y elastano), se sometieron a intervención de un grupo de 15 perros mestizos (Canis lupus familiaris) procedentes del canil de la Fundación “Chile Mestizo” de Santiago (Chile). El objetivo principal de la investigación fue determinar la presencia de patrones de daño en tejidos textiles de uso común para fines de identificación forense.

Los patrones de daños fueron coincidentes con las marcas de carroñeo o de ataque por parte de perros ya descritos en tejido blando y óseo: punciones, perforaciones, hole and tear y mordisqueo. De los patrones de daños mencionados, las perforaciones y el hole and tear fueron aquellos más frecuentes. En cambio, las punciones se observaron sólo en los tejidos textiles bistrech y mezclilla, y no en PET, debido a su baja densidad. Por lo tanto, se puede concluir que la variedad de daños observados está directamente asociada a las características de densidad, grosor y peso de los tejidos textiles y, por ende, a su nivel de resistencia estructural. Se deben considerar también, las características del agente que provoca el daño, en este caso un perro, cuyas características de peso, tamaño, edad y comportamiento influyen en los efectos últimos en los textiles.

Este estudio presenta varias limitaciones: en primer lugar, la ausencia de antecedentes teóricos con los cuales comparar. Sin embargo, la realización de dos ensayos preliminares permitió estudiar opciones, observar conductas y establecer detalles, implementando finalmente un diseño experimental coherente. En cuanto a los experimentos diseñados, estos se realizaron en ambientes controlados donde se limitó la cantidad de perros presentes, a diferencia de un escenario real en donde existen jaurías grandes que pueden provocar dispersión de piezas anatómicas o de fragmentos de vestimentas de un mismo cadáver. Es importante considerar, por lo tanto, la sucesión de varios perros en el proceso de intervención de un cadáver en espacios abiertos.

En segundo lugar, con respecto a la muestra textil, si bien se trataba de tejidos de uso común, eran, en su mayoría, textiles nuevos sin ningún tipo de uso o desgaste tales como lavado, secado o planchado, todas variables que suelen alterar las características originales del tejido, especialmente su peso y su densidad. Además, las muestras fabricadas tampoco consistían en prendas de vestir completas.

Con respecto a las perspectivas futuras de investigación, uno de los objetivos será, ante todo, incentivar, a profesionales del área forense a complementar con nuevas contribuciones el estudio de la intervención de fauna, en particular de perros, en tejidos textiles. Frente a esto, otro objetivo será evaluar la importancia de las alteraciones tafonómicas postmortem en la preservación de los daños analizados.

Agradecimientos

En primer lugar, al Instituto de Investigación “Dr. Carlos Ybar” y a la UDDHH del Servicio Médico Legal de Santiago, por permitirme trabajar en sus instalaciones. A la ingeniera textil, Sra. María Neira, y al LICTEX de la USACH, por las instrucciones proporcionadas acerca de la metodología de estudio de los textiles. Finalmente, agradecer el Canil Municipal de La Serena y la Fundación “Chile Mestizo” dirigida por la Sra. Ingrid Loza, por permitir que esta investigación se pudiese llevar a cabo.

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aMardoqueo Fernandez #171 Departamento 1103, Providencia, Santiago 8320000, Chile

bServicio Médico Legal, Unidad de Derechos Humanos, Avenida La Paz N°1012 Independencia, Santiago, Santiago 8380454, Chile

cUniversidad de La Frontera, Laboratorio de Odontología Forense, Temuco, Chile

*Correspondencia a: Gabriela Molina, Hernando de Aguirre #1900, Departamento 203. Providencia, Santiago 7510744, Chile

E-mail: diaz.molinagabriela@gmail.com

Recibido 2 septiembre 2019; Revisado 7 febrero 2020; Aceptado 05 marzo 2020